domingo, 13 de abril de 2014

Otro episodio de la saga: Tribulaciones de una cubana en tierras araucanas

Episodio IV: ¡Mírame, mamá! Estoy volando
El avión Airbus-340 en el que viajábamos era europeo y muy moderno. Mi compañero de asiento, divertido ante mi excitación, resumió mi estado; "¿Esta es tu primera vez? Qué bien, vas a perder la virginidad de la mejor manera posible. No siempre se viaja en este tipo de avión".
Yo lo miraba todo, las tres secciones de sillones, las pantallas en cada espaldar, los cinturones y los folletos de seguridad, hasta el chaleco salvavidas. Al rato se escucha la voz del capitán presentando la tripulación y a la jefa de aeromozas explicando las medidas de seguridad, todo el discurso en inglés  y español chapurreado.
Abrochados los cinturones, el avión comenzó a moverse. ¿Ya vamos a despegar?, me preguntaba yo. Pues no, resultó ser que, por el tamaño del avión tuvimos que recorrer 4 kilómetros para alcanzar la velocidad necesaria. De eso me di cuenta cuando aumentó la aceleración y de pronto, pum, ya estábamos en el aire. Con cosquillas en la parte baja del estómago, vi cómo en segundos nos alejábamos de la tierra y entrábamos en la capa de nubes. Todo se veía blanco y, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en azul
Queridos lectores, lo más hermoso que estos ojos han visto es el horizonte majestuoso sobre un mar de nubes, la inmensidad, la belleza de las sinuosas costas cubanas alejándose. Mi corazón estaba apretado de emoción y las lágrimas corrían por mis mejillas. Y era tanto azul, el cielo, el mar Caribe. Era como si la naturaleza me estuviera regalando la más sublime de las paletas de mi color favorito.


Episodio IV-a: Del catering y algo más
Uno ha escuchado historias sobre el catering en los aviones, que si es poco, que si la calidad no es la ideal. Pues, yo pude comprobar de primera mano todo el asunto.
Mis conclusiones: Sí, es poco, minidosis en realidad. Y la calidad es muy buena, así que esa parte de las leyendas era mentira. Ahí tuve la oportunidad de tomar mi último refresco Ciego Montero en todo un año. ¿En Venezuela lo venderán?
Como ustedes saben, yo tengo una imaginación fructífera y siempre había querido conocer las diemsiones reales de un lavabo en un avión. Amigos, ese espacio e
s diminuto, una persona gruesa sufriría tratando de entrar o de salir. Y si los medios de comunicación les venden la romántica idea de una pareja amorosa en uno de esos lugares ¡no se la crean! Un solo ser humano apenas cabe, imagínense dos.
(Continuará)

1 comentario:

  1. nena: cómo me he reído con tus "tribulaciones...", se siente lindo saber que estás feliz, sigue escribiendo, se te quiereeeee

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