sábado, 12 de abril de 2014

Tribulaciones de una cubana en tierras araucanas (la saga continúa)

Episodio III: En el pájaro de hierro
Estando en la sala de espera vi mis primeros aviones reales aterrizando o despegando. La conciencia de que no era una ruta terrestre mi camino, ni un bus lo que iba abordar, casi me aplasta, pero lo compensé con un subidón de adrenalina. Me llamé a capítulo y decidí disfrutar y como dice el Gabo en El amor en los tiempos del cólera, a la mier...el señor arzobispo.
A las dos horas nos avisan que debíamos dirigirnos hacia las puertas de embarque. Por los cristales yo no veía ningún avión lo suficientemente grande para la cantidad de personas que estábamos allí. En eso llegan unos ómnibus, porque nuestra salida era a unos 3 kilómetros de donde aguardábamos la hora cero.
Cuando comenzamos el traslado hacia la terminal de salida,  iba dando saltitos en el asiento cual niña pequeña. Así las cosas, mi colega de enfrente me llama y me señala un súper avión,un monstruo de casi 100 metros de largo (no es exageración, aquel bicho no cabía  en la rampa de salida) Al ver mi cara de asombro, mi compañero me dice "Ese es el nuestro", riéndose ante el "Ooohhh" que salió e mis labios.
Yo que decía que decía que iba a abordar un bus Habana-Santiago de  Cuba, terminé abordando un Airbus 340-600 Habana-Caracas.
Para mayor disfrute de la experiencia, mi posición era justo con ventanilla, una vista privilegiada de uno de los inmensos alerones del Airbus.

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