lunes, 17 de agosto de 2015

Tribulaciones de una cubana en tierras araucanas

Episodio IX: Cuando la picardía aflora


Los cubanos nos caracterizamos por ponerle una nota de humor a cualquier circunstancia. Hace unos días el ascensor de mi edificio de oficinas (ultramoderno, digital y avanzadísimo tecnológicamente hablando) comenzó a funcionar completamente apagado. Cumplía con su función de subir y bajar, pero había que adivinar qué piso marcabas en el panel de control. Por muy moderno que sea un ascensor, imagínese querido lector la sensación de opresión que da el estar en una caja de 2.30 metros de ancho por 3 de altura, llena de personas en la más completa oscuridad.

Si alguien de ustedes padece de claustrofobia, les pido que a partir de este momento no siga leyendo, so pena de morir de terror. Advierto, si se arriesgan es bajo su propia cuenta y riesgo.

Era el horario de almuerzo, cuando el cerebro pierde su papel rector y lo asume el estómago, y no eres el único ser humano que piensa con ese órgano, sino todo un ejército de oficinistas. 12:30 pm. Ascensores colapsados, cada vez que se abrían las puertas metálicas se veía el espacio colmado hasta los topes. Como buenos cubanos acostumbrados a aprovechar las primeras oportunidades (lo que te den, cógelo), sin mirar las condiciones, nos subimos sin pensar mucho (recuerden, estábamos dominados por la conciencia gástrica).

Y aquí comienza la anécdota. Se cerraron las puertas y 30 personas nos quedamos sin ver siquiera nuestras manos. La tensión se respiraba, no se escuchaba otra cosa que los latidos de 30 corazones asustados. A esa hora nadie emitía ni un sonido, pero se notaba el miedo. De pronto los acordes de una melodía macabra cortaron el aire condensado. Gritos y sobresaltos se suceden, risas histéricas de algunos que quisieron verse como valientes.
Pasados unos segundos, muchos se dieron cuenta que la música era aquella que acompaña la clásica escena de la ducha, en la película Psycho del genial Alfred Hitchcok. Todos comenzaron a preguntar de quién había sido la idea de tal broma, mientras que yo, tan tranquila y fresca como una pradera en primavera, me reía a carcajadas en mi interior. Simplemente no lo pude resistir.

2 comentarios:

  1. ahhhhhhhhhhhhhh eres un genio amiga mía, ni yo lo hubiera pensado mejor...
    como lo hicisteeeee? San Google te ayudó???

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  2. En realidad fue una planificación esmerada y una paciencia milenaria...tenía el tema en el teléfono esperando el momento justo JAJAJAJAJA

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