Siempre con la amenaza de un aguacero tropical y cubanísimo (puede llover cuando menos te lo esperas, puede durar un segundo o una vida, además ser un pequeño chubasco o una tormenta eléctrica de grandes proporciones) traté de relajarme y disfrutar el paisaje.
Yo no contaba con ese viaje, fue una sorpresa, de ahí que no estuviera preparada para el asunto: mi pantalón blanco terminó mutando en una prenda manchada que sería la envidia de Cruella Devil.
Otro punto de interés fue la propia carretera, sinuosa, con infinidad de curvas, vaivenes, charcos y elevaciones: toda una pista de motocross. Por momentos salía el sol y cerraba los ojos para absorber los rayos balsámicos de las 4 de la tarde. De más está decir que aún conservo las líneas de las mangas de mi blusa en mis brazos.
Debo confesar que cuando llegué a mi casa las piernas me temblaban...Para el próximo viaje regreso en automóvil porque aunque la posición de sentada en la moto puede ser eró...ejem, divertida, acomodarse en el asiento trasero del auto (el asiento del protocolo, como lo llamo yo) te da la sensación de estar más pegada a la tierra.