Vamos a hablar de cocina cubana. No de
esa que en recetas perfectas sale en libros y programas televisivos. Me refiero
a la que, con la capacidad inventiva de los cubanos, nos enfrentamos cada día.
Recientemente estuve de visita por La Habana (Ustedes dirán, qué
tiene que ver una visita a La Habana con cocina cubana.
No se desesperen queridos lectores y déjenme terminar), en casa de mi hermana.
Ella está embarazada y el médico le recetó reposo absoluto.
Ahí entro yo, de lectora compulsiva a
cocinera experimentada. Figurativamente me subo las mangas hasta los codos (Sí,
porque al que se le ocurra andar con mangas este verano, con el calor que hace
en Cuba, mmm) y me enfrento a la honrosa tarea de alimentar a mi hermana, a mi
sobrino por nacer, a mi cuñado y a mí, qué caray.
Y ahora la receta…taraaaan
Paso 1: Pregunte a sus posibles
comensales qué quieren que les hagan de comida. Ojo, porque con tremenda
indiferencia te dicen “cualquier cosa” y cuando te apareces con precisamente
eso pueden alegar con una tranquilidad espantosa que el esfuerzo culinario fue
en vano. Al final la decisión fue que hiciera arroz amarillo con pollo.
Paso 2: Recolecte los ingredientes de la
receta. Asegúrese de tener arroz y pollo a la mano (En este punto, cuando le
esté preguntando al refrigerador “Oh genio de fantástico ingenio, ¿dónde está
el pollo por pescado de este mes?” y el refrigerador no le pueda contestar,
pues no le queda otra opción que cambiar de ingredientes, pero no se preocupe,
los pasos son los mismos)
Tenía a mano:
4 latas de arroz blanco
3 postas de pollo
¡Un momento! ¿Y las especias? Buceando en
estanterías de la alacena logré encontrar, cual arqueóloga que halla su primera
civilización perdida:
4 hojas de laurel
1 cabeza de ajo chileno
6 cebollinos morados
1 cucharada de un polvo ahí que se
parecía al bijol y con las mismas propiedades.
Paso 4: ¡La preparación! En una olla de
presión, por 15 minutos ponga a ablandar el pollo con 4 latas de agua, el
equivalente a la cantidad de arroz. Así cuando esté listo el pollo, el arroz se
cocinará en ese caldo sustancioso y será la receta más nutritiva. Añada el
arroz, las sazones, el laurel y el polvo raro ese.
Advertencia: Si el pollo se le pone de un
color amarillo brillante, entonces se le fue la mano con el polvo. (Lo digo, ejem,
por experiencia)
Una vez hecho esto pasamos al paso 5: En
lo que espera 15 minutos más para que el arroz esté, haga como yo y lea un buen
libro. En mi caso, recomiendo ¡Vampiros en La Habana!,
storyboard novelada de la genial película homónima, de Juan Padrón.
Paso 6: El mejor de todos ¡la
degustación! Puedo asegurarles que mi arroz quedó delicioso.
Nota a pie de página: ¿Recuerdan la advertencia del paso 5? Les digo, el único defecto de mi receta fue que, en vez de ser arroz amarillo con pollo, terminó siendo arroz “amarillo pollito” aderezado con ensalada de zanahorias ralladas. ¿No me creen? Aquí está la foto como prueba.
Vaya Day, como me he reído, en especial porque escuché el cuento de primera mano el mismo día del pollo amarillo chillón jajajajajajjaja
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