Es increíble que ya se cumpla un año sin Fidel, hecho que todavía no creo. Por eso me he motivado a escribir, después de estar alejada del blog. A su presencia en cada cubano quiero dedicarle este post y especialmente que sirva para contarle cómo me ha ido, pues gracias a lo que hizo por mi Cuba, hoy soy lo que soy.
Queridos lectores, me hallo envuelta en la investigación de mi tesis de maestría. Como se los cuento, esta guajira de monte adentro se está haciendo máster, y gratis...Cosas que pasan en Cuba solamente. Estoy tratando de hacer una estrategia de Comunicaciones Integradas de Marketing para la ciudad de Matanzas.
Todo un reto, porque el tiempo no me alcanza. Imagínense que hay que vincular en un único discurso Publicidad, Relaciones Públicas, Venta Personal, Promoción de Ventas, ufff, de escribirlo ya me duele la cabeza.
Mi Comandante, a pesar de la tensión, la incertidumbre y las incompresiones, yo no me desanimo. Y quién sabe, a lo mejor antes de fin de año ya tengo el nombremiento en la mano.
Sonrisas de Cuba
Sonríe, siempre sonríe, porque no sabes quién se pueda enamorar de tu sonrisa
miércoles, 29 de noviembre de 2017
lunes, 28 de noviembre de 2016
Gracias por todo Fidel
Hoy mi post no es de sonrisas, es de recuerdos agridulces, de dolor compartido, hoy me despido del líder revolucionario y el estadista más
importante de la segunda mitad del siglo XX, del amigo, del padre, el abuelo, me despido de mi Comandante Fidel.
Cuando mi papá me llamó el sábado 26 de noviembre en la madrugada para darme la noticia, yo no lo podía creer. Él estaba muy mayor ya y por ley de la vida..., pero jamás pensar que fuera tan pronto.
Enseguida recordé el momento cuando lo vi en persona. Yo empezaba el primer año de mi carrera (Comunicación Social) en la Universidad de La Habana. Imagínense qué impacto, una guajira de monte adentro, de abuelos analfabetos, estudiando gratuitamente en la mejor universidad del país. Esas cosas solo pasan en Cuba.
Era el 17 de noviembre de 2005, y nos convocan para el Aula Magna. Corrían rumores pero nadie sabía a ciencia cierta qué iba a pasar.
Al rato de estar esperando, la noticia de que Fidel estaba llegando corrió como pólvora. Pronto comienzan a llegar los carros con los oficiales de seguridad del Comandante y allí, entre la multitud de estudiantes estaba él, alto, tanto que sobrepasaba el mar de gente, con su uniforme verde olivo. Y aunque me impresionó su altura, lo que verdaderamente me marcó fue su aura de leyenda viva, de ser uno con la Historia. Y esa aura te llegaba por oleadas y solo con estar allí, junto a él, ya te sentías protagonista de esa Historia, sentías que eras él y que él eras tú, que era yo, que éramos todos. Quizás las palabras no alcancen para describir esa sensación, sin embargo, han pasado los años y todavía está ahí.
Hoy lloro, lloro por su pérdida física, pero en mi alma està la conciencia que no se ha ido, que no lo hará porque vive en nosotros. Hago míos los versos de Carilda:
Gracias por ser de verdad,
Gracias por todo, Fidel.
Cuando mi papá me llamó el sábado 26 de noviembre en la madrugada para darme la noticia, yo no lo podía creer. Él estaba muy mayor ya y por ley de la vida..., pero jamás pensar que fuera tan pronto.
Enseguida recordé el momento cuando lo vi en persona. Yo empezaba el primer año de mi carrera (Comunicación Social) en la Universidad de La Habana. Imagínense qué impacto, una guajira de monte adentro, de abuelos analfabetos, estudiando gratuitamente en la mejor universidad del país. Esas cosas solo pasan en Cuba.
Era el 17 de noviembre de 2005, y nos convocan para el Aula Magna. Corrían rumores pero nadie sabía a ciencia cierta qué iba a pasar.
Al rato de estar esperando, la noticia de que Fidel estaba llegando corrió como pólvora. Pronto comienzan a llegar los carros con los oficiales de seguridad del Comandante y allí, entre la multitud de estudiantes estaba él, alto, tanto que sobrepasaba el mar de gente, con su uniforme verde olivo. Y aunque me impresionó su altura, lo que verdaderamente me marcó fue su aura de leyenda viva, de ser uno con la Historia. Y esa aura te llegaba por oleadas y solo con estar allí, junto a él, ya te sentías protagonista de esa Historia, sentías que eras él y que él eras tú, que era yo, que éramos todos. Quizás las palabras no alcancen para describir esa sensación, sin embargo, han pasado los años y todavía está ahí.
Hoy lloro, lloro por su pérdida física, pero en mi alma està la conciencia que no se ha ido, que no lo hará porque vive en nosotros. Hago míos los versos de Carilda:
Gracias por ser de verdad,
Gracias por todo, Fidel.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
Esto no tiene nombre
He sido víctima de un crimen. Sí, queridos lectores, tristemente así ha sido. Pero no se preocupen, el daño no es ni material ni físico, está profundamente enraizado en mi psiquis. Sé que me quieren y sufren por mí, por tanto espero que su sensibilidad no sea dañada por mi triste historia.
Era una bella tarde de octubre y me encontraba en mi oficina, concentrada en la calificación de trabajos escritos de mis estudiantes (algo que, y me disculpan la veta sádica, disfruto enormemente)
Cuando más embebida estaba en las causas y efectos del dominio hegemónico de la Iglesia Católica en la Edad Media (no es un tema aburrido, se los aseguro), me llega una citación perentoria a la que no podía faltar.
Esta pobre cordera caminó directo al matadero. Fue algo horrible y abusivo. Una reunión. Interminable. Aburrida. Sin sentido. Fui víctima de una ola criminal que asola el país: el reunionismo extremo.
Legalmente apelo al Código Penal. Alguna ley debe respaldar a los pobres infelices que sufrimos este crimen. Y lo peor son los victimarios, aquellos que convocan a la reunión y no lo hacen sino para escucharse a sí mismos disertando sin ton ni son. Es gran verdad que hay personas cuya necesidad de protagonismo es patológica. Seguro que en su casa no disponen ni los platos en la mesa.
No niego que una buena reunión sirva para tomar decisiones de peso, solucionar problemas, etc. El problema está cuando no tienes objeto en el intercambio, cuando se extiende por más de dos horas y descubres que realmente la convocatoria no era para ti, sino para alguien más que casualmente ¡no fue a la reunión! Esos también son culpables.
Lectores amados, perdonen que después de tanto tiempo de ausencias mi reencuentro con ustedes sea la catarsis de una víctima inocente.
Necesito terapia, ya tengo un tic nervioso y ante la mención de la odiada palabra me abrazo a mí misma y comienzo a mecerme en el lugar buscando consuelo.
Era una bella tarde de octubre y me encontraba en mi oficina, concentrada en la calificación de trabajos escritos de mis estudiantes (algo que, y me disculpan la veta sádica, disfruto enormemente)
Cuando más embebida estaba en las causas y efectos del dominio hegemónico de la Iglesia Católica en la Edad Media (no es un tema aburrido, se los aseguro), me llega una citación perentoria a la que no podía faltar.
Esta pobre cordera caminó directo al matadero. Fue algo horrible y abusivo. Una reunión. Interminable. Aburrida. Sin sentido. Fui víctima de una ola criminal que asola el país: el reunionismo extremo.
Legalmente apelo al Código Penal. Alguna ley debe respaldar a los pobres infelices que sufrimos este crimen. Y lo peor son los victimarios, aquellos que convocan a la reunión y no lo hacen sino para escucharse a sí mismos disertando sin ton ni son. Es gran verdad que hay personas cuya necesidad de protagonismo es patológica. Seguro que en su casa no disponen ni los platos en la mesa.
No niego que una buena reunión sirva para tomar decisiones de peso, solucionar problemas, etc. El problema está cuando no tienes objeto en el intercambio, cuando se extiende por más de dos horas y descubres que realmente la convocatoria no era para ti, sino para alguien más que casualmente ¡no fue a la reunión! Esos también son culpables.
Lectores amados, perdonen que después de tanto tiempo de ausencias mi reencuentro con ustedes sea la catarsis de una víctima inocente.
Necesito terapia, ya tengo un tic nervioso y ante la mención de la odiada palabra me abrazo a mí misma y comienzo a mecerme en el lugar buscando consuelo.
lunes, 17 de agosto de 2015
Tribulaciones de una cubana en tierras araucanas
Episodio IX: Cuando la picardía aflora
Los cubanos nos caracterizamos por
ponerle una nota de humor a cualquier circunstancia. Hace unos días
el ascensor de mi edificio de oficinas (ultramoderno, digital y
avanzadísimo tecnológicamente hablando) comenzó a funcionar
completamente apagado. Cumplía con su función de subir y bajar,
pero había que adivinar qué piso marcabas en el panel de control.
Por muy moderno que sea un ascensor, imagínese querido lector la
sensación de opresión que da el estar en una caja de 2.30 metros de
ancho por 3 de altura, llena de personas en la más completa
oscuridad.
Si alguien de ustedes padece de
claustrofobia, les pido que a partir de este momento no
siga leyendo, so pena de morir de terror. Advierto, si se arriesgan
es bajo su propia cuenta y riesgo.
Era el horario de almuerzo, cuando el
cerebro pierde su papel rector y lo asume el estómago, y no eres el único ser humano que piensa con ese órgano, sino todo un ejército de
oficinistas. 12:30 pm. Ascensores colapsados, cada vez que se abrían
las puertas metálicas se veía el espacio colmado hasta los topes.
Como buenos cubanos acostumbrados a aprovechar las primeras
oportunidades (lo que te den, cógelo), sin mirar las condiciones,
nos subimos sin pensar mucho (recuerden, estábamos dominados por la
conciencia gástrica).
Y aquí comienza
la anécdota. Se cerraron las puertas y 30 personas nos quedamos sin
ver siquiera nuestras manos. La tensión se respiraba, no se
escuchaba otra cosa que los latidos de 30 corazones asustados. A esa
hora nadie emitía ni un sonido, pero se notaba el miedo. De pronto
los acordes de una melodía macabra cortaron el aire condensado.
Gritos y sobresaltos se suceden, risas histéricas de algunos que
quisieron verse como valientes.
Pasados unos segundos, muchos se dieron
cuenta que la música era aquella que acompaña la clásica escena de la ducha, en la película Psycho del genial Alfred Hitchcok. Todos
comenzaron a preguntar de quién había sido la idea de tal broma,
mientras que yo, tan tranquila y fresca como una pradera en
primavera, me reía a carcajadas en mi interior. Simplemente no lo
pude resistir.
miércoles, 27 de mayo de 2015
Tribulaciones de una cubana en tierras araucanas...de magia y espíritus
Episodio VIII: En la montaña mágica
En
Caracas hay una estatua muy llamativa que representa a una mujer
desnuda montada en un tapir (una danta, para los venezolanos),
sosteniendo en sus manos un hueso de pelvis. Varias veces, al pasar
cerca de ella, el chofer que nos llevaba se persignaba. Debo
reconocer que no indagué mucho y la situación no pasó de un simple
hecho curioso.
Sin
embargo, hace unos días, pasé por un lugar en el Estado de Yaracuy
que casualmente tiene la misma estatua. Admito que ahí sí mi
espíritu aventurero se despertó y comencé a investigar. Ya me
habían contado que ese Estado era sumamente religioso y lo comprobé
al ver la cantidad de estatuas de santos del patronal católico de
tamaño descomunal a cada lado de la carretera.
Resulta
que la señora en exótica montura representa a María Lionza, una
suerte de deidad favorable a la maternidad, la fertilidad, la
naturaleza y los elementos. Cuenta la historia que una tribu local
recibió una premonición que una niña de ojos verdes iba a nacer.
Bajo esta profecía, y justo antes de la conquista española, una
niña con esas características nació. Estaba destinada a ser
sacrificada a la gran Anaconda, por el aviso recibido.
La niña
logró escapar al sacrificio y huyó a la montaña, donde se
convirtió en la diosa de la naturaleza. Otras historias cuentan que
se trataba de una adolescente española llamada María que murió
ahogada en un lago y su alma fue rescatada por una onza (puma
venezolano). La onza absorbió el espíritu de María y se volvieron
una. A partir de ese momento se convirtió en María la Onza y con el
tiempo en María Lionza.
Según
me contaron, ambas historias se mezclaron y el culto a María Lionza
se extendió por todo el país. Se le denomina la Reina, la Diosa, y
se le rinde culto los 12 de octubre, coincidiendo con la celebración
del Día de la Raza y, según algunos adeptos, el onomástico de la
Diosa. Se la ha vinculado con héroes de la resistencia indígena
como Guaicaipuro, y de las luchas independentistas como NegroPrimero. Los tres conforman la Santísima Trinidad Venezolana. Tan
fuerte es su culto que hasta Rubén Blades le dedicó una canción.
El
lugar fundamental que se utiliza para pedirle a María Lionza y sus
cortes es la Montaña Sorte (casualmente la montaña de la leyenda),
ubicada en el Monumento Natural Cerro de María Lionza. Fue al pasar
precisamente por ese lugar donde supe de la Reina, y aunque me
considero atea, dialécticamente debo reconocer que esa zona tiene
una energía misteriosa que te atrapa y no puedes evitar sentirte
sobrecogido ante la majestuosidad de la montaña, la imponente
naturaleza y el clima que te pone la piel de gallina por la niebla.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)